El 7 de abril de 2022, la Fundación Rafael del Pino organizó el diálogo titulado “Cómo los autócratas están reinventando la política del siglo XXI”, que tuvo como protagonista a Moisés Naím, columnista y miembro distinguido del Carnegie Endowment for International Peace en Washington, con motivo de la presentación de su libro La revancha de los poderosos: Cómo los autócratas están reinventando la política en el siglo XXI.
Para Naím, hay tres ‘Ps’ que están reinventando la política del siglo XXI: el populismo, la polarización y la posverdad. El populismo siempre ha existido. La polarización es la sociedad que se pelea. Y todo ello actúa en medio de la propaganda, a la que ahora llamamos posverdad. Estas tres ‘Ps’ han adquirido una potencia y y unas formas de interactuar que no tenían antes.
El populismo se confunde con una ideología, pero no lo es. Es una caja llena de herramientas, trucos y tácticas para obtener el poder y no dejarlo, basado en la estrategia de divide y vencerás. La gran división es entre el pueblo maltratado y una élite abusadora que lo maltrata. En medio de ellos aparece siempre un caudillo que ofrece al pueblo noble la posibilidad de no seguir siendo maltratado y así llega al poder. Esa división ahora es producto de la polarización de todo tipo. Las sociedades están polarizadas de una manera paralizante, por una polarización tóxica que es no aceptar que los rivales tienen derecho a la posibilidad de gobernar. Esa es la polarización que estamos viendo en las democracias actuales. Esa polarización se ve influida por la posverdad. Antes se hablaba de propaganda. La posverdad la incluye, pero la transciende tratando de crear un mundo artificial, diferente, al servicio del poder, con la mentira como un instrumento normal de la política, la mendacidad como estrategia fundamental. La gran mentira forma parte del arsenal normalmente utilizado por los populistas. Lo que hay que hacer es disminuir la impunidad de los mentirosos.
Históricamente, los dictadores eran militares que se unían a otros militares, daban un golpe de Estado y decían que ellos eran el poder. Ahora ya no ocurre mediante un golpe de Estado sino con un proceso en el que, poco a poco, se van socavando los elementos que definen a una democracia. Se hace de forma invisible para la gente normal, colocando a su gente en el poder judicial, comprando parlamentarios, aprobando leyes a última hora de la noche del viernes. Eso paso en la década pasada. En 2011, el 40% de la humanidad vivía en régimen autocráticos, en 2021 era el 70%. El número de países que son democracias ha disminuido a 31. La aparición de las redes sociales, con su inmensa influencia sobre la sociedad, la aparición de nuevas alianzas y de todo tipo de realidades, la llegada de Xi Jinping, mientras todo eso estaba pasando, se estaban haciendo todos esos trucos para acabar con la democracia.
Estamos en presencia de estados criminales. No se trata de que haya unas bandas organizadas que se asocian con funcionarios públicos o políticos para robar, para delinquir. Ahora el gobierno es el organismo criminal, organizado, permanente, que persigue el lucro de la elite autocrática. Este gobierno utiliza las tácticas del crimen organizado como tácticas de política interna y externa, para promover y apoyar objetivos de los oligarcas en el poder.
¿Por qué si la democracia está en declive hay tantas elecciones? Hay elecciones en todos los países todos los días porque los autócratas necesitan las elecciones puesto que proporcionan legitimidad. Además, esas elecciones son mentira. Orban acaba de ser reelegido por cuarta vez y hay datos de que se falseó la elección, con la logística de las elecciones, con la maquinaria electoral. Orban es hoy en día otra vez presidente a través de una elección trucada, pero no es el único. En Venezuela también hubo hace poco unas elecciones. Lo mismo lo hemos visto en Rusia. ¿Por qué Putin tiene que hacer estar piruetas institucionales, cuando es tan poderoso? Por la búsqueda de legitimidad y por las grandes mentiras.
Somos consumidores ingenuos de la política. Es fácil engañar a la gente, manipularla. Todo eso ahora está potenciado por las redes sociales y las nuevas tecnologías. Además, está la necrofilia política, que es el amor por ideas muertas, que han sido probadas una y otra vez y siempre fracasan. La necrofilia política está en pleno auge. Basta oír los discursos de López Obrador, Castillo, Maduro, Kirchner. Nos hemos acostumbrado a que solo hay que votar cada cuatro o cinco años y no debemos hacer más, pero no basta porque podemos perder la libertad.
La política es una colcha de retazos en la que la polarización divide a la sociedad entre el pueblo, la élite y todo tipo de identidades. En Chile acaba de haber unas elecciones. En la toma de posesión del nuevo presidente hubo mucha gente. El acto estaba lleno de banderas en las que estaban todas las identidades, pero faltaba una, la de Chile. Eso era la afiliación de la gente a sus identidades, no a su país. Mete las redes sociales y demás y eso da la situación tan precaria de muchos países.
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