15 months into the COVID-19 pandemic, Europeans’ trust in the EU has collapsed – even among mainstream voters in France, Germany and Italy. This is the stark result from a public opinion poll ECFR commissioned of 17,000 voters across 12 European countries (Austria, Bulgaria, Denmark, France, Germany, Hungary, Italy, Netherlands, Poland, Portugal, Spain and Sweden).
To restore confidence, EU leaders will need to demonstrate to their citizens at the EU-US Summit that they have listened to their political vision of Europe. Only 1 in 5 sees the U.S. as an ally that shares in Europe’s values and interests. As Susi Dennison and Jana Puglierin point out in Crisis in confidence: How Europeans see their place in the world, majorities believe in a Europe that projects power and stands up for democracy and human rights – even towards China and Turkey, as well as sharing vaccines with poorer countries – yet Europeans now see a world of strategic partners rather than alliances, from the US, UK, India and Japan, to China, Russia and Turkey. Join our launch event on 9 June at 14.00.
Desde el Consejo Europeo de Relaciones Exteriores (ECFR, por sus siglas en inglés) hemos llevado a cabo una macroencuesta pan-europea sobre temas de política exterior europea y española. Además de los resultados agregados en inglés para toda Europa, que pueden consultar en nuestro informe ‘Crisis de confianza: cómo ven los europeos su lugar en el mundo’, les ofrecemos los datos desagregados con los resultados de la muestra española (2.306 entrevistados en nuestro país). Los aspectos más relevantes de la muestra son los siguientes:
Observaciones generales de los ciudadanos españoles:
- España (junto con Italia) lidera las percepciones sobre la mala salud de los sistemas políticos nacionales. Cuatro de cada cinco votantes comparten esta percepción de que el sistema no funciona o está quebrado.
- Lo que es más preocupante: más de la mitad de los españoles (52%) considera que el sistema político de la UE tampoco funciona o está quebrado. Esta cifra sigue siendo inferior a la de Francia, Italia o Alemania, pero es superior a la que se registraba en España en el pasado.
- Sin embargo, esto no significa que los españoles se estén volviendo antieuropeos. Dos tercios dicen que la pertenencia a la UE es buena para su país, y España es uno de los líderes en ese frente, junto con Polonia, sólo por detrás de Portugal.
- Los españoles también son los que esperan recibir más apoyo de las instituciones de la UE (44%, sólo por detrás de Portugal y Bulgaria) para la recuperación de la pandemia. Sin embargo pocos creen que su país sea capaz de valerse por sí solo (8%, el resultado más bajo, junto a Portugal).
- Tres cuartas partes de los españoles afirman que la crisis del coronavirus ha demostrado que es necesaria una mayor cooperación en el ámbito de la UE, lo que supone el segundo resultado más alto después de Portugal (los votantes de los principales partidos, incluido Vox, comparten esa opinión en la misma medida).
- De las posibles «visiones de Europa», un tercio en España quiere que la UE sea un «faro de la democracia y los derechos humanos», dando prioridad al Estado de Derecho y a los altos estándares democráticos. Esta es la respuesta que más éxito tuvo en el conjunto de la UE, encontrándose España (sólo por detrás de Portugal y junto a Suecia) en la cabeza de la lista.
- Al igual que el resto de los europeos, los españoles consideran que el mundo está compuesto en su mayoría por «socios estratégicos» más que por aliados, rivales o adversarios.
- Pero – quizá sorprendentemente – una quinta parte ve a Estados Unidos como un rival (14%) o incluso un adversario (5%). Al mismo tiempo, sólo el 11% ve a Rusia como adversario, uno de los resultados más bajos entre los 12 países encuestados (a modo de comparación, este cifra es el 38% en Polonia).
- La mayoría de los europeos quiere que la UE defienda principios (y no se guíe solo por el pragmatismo) en sus relaciones con Turquía y China. Los españoles están de acuerdo en que así sea con Turquía. Pero en cuanto a China, están divididos a partes iguales entre criticar a Pekín por los abusos de los derechos humanos y evitar el conflicto con la potencia asiática. Dejando a un lado a Hungría y Bulgaria (donde hay una clara preferencia por el pragmatismo), en ningún otro país es tan débil la preferencia por una política hacia China basada en principios.