Sede de la AECID (Agencia Española de Cooperación Internacional para el Desarrollo) en Madrid, España. Foto: Panarria (Wikimedia Commons /CC BY-SA 3.0).
Tema1
La ayuda española se ha reducido drásticamente desde la crisis de finales de los 2000. Dicha caída alteró su distribución geográfica y sectorial y los principales canales de desembolso. En este análisis tratamos de ofrecer un perfil actualizado de la cooperación española.
Resumen
El perfil de la ayuda española ha cambiado sustancialmente en los últimos 10 años. Ésta ha pasado de dirigirse prioritariamente a América Latina mediante canales bilaterales y multilaterales como la ONU, a ampliar su presencia relativa en África, especializarse en su vínculo con la UE y destacar en sectores no tradicionales, como el de la seguridad. Este vínculo, que se fortalece tanto con la alta proporción de ayuda española desembolsada vía instituciones europeas como mediante un creciente número de operaciones de cooperación delegada de la UE en la AECID y la FIIAPP, cuestiona las bases institucionales tradicionales de la cooperación española.
Tras repasar las principales características de la cooperación europea, en este ARI detallamos las contribuciones españolas a la Unión y la ayuda delegada de la Unión en la cooperación española.
Análisis
Introducción
En los años 90 y primeros 2000, la cooperación española se caracterizaba por ser una ayuda concentrada en América Latina y el Caribe, fuertemente bilateral y diversificada (o incluso dispersa) en múltiples sectores. Aunque a partir de 2002 esta concentración desciende de manera clara y sostenida con respecto a otros donantes, España ha seguido distinguiéndose por su preferencia por Latinoamérica.2
A finales de los 2000 se produjo la crisis financiera y económica que forzó un cambio de ciclo económico y fiscal en España (y en varios otros países y regiones del mundo). lo que, a su vez, en el caso de España, resultó en un recorte de la ayuda del 68% entre 2009 y 2015. Dicho recorte no se repartió de forma homogénea entre todos los actores e instrumentos de la ayuda. La AOD canalizada a través de la UE, como se verá más adelante, no se vio alterada debido al sistema que determina la contribución de cada Estado miembro a la misma.
Los recortes aplicados desde 2009 necesariamente han alterado los patrones de distribución geográfica y sectorial de la ayuda española, por lo que, en este ARI, nos preguntamos si el relato de España como donante de los 90 y 2000 (y con una cierta prevalencia aún en nuestros días) sigue siendo válido para definir la cooperación española y en qué medida la UE es el factor que determina la nueva realidad de la ayuda española.
Para ello, repasaremos, en primer lugar, las principales características de la ayuda europea (tanto su volumen como su infraestructura institucional) para, en segundo lugar, detallar las contribuciones de España a los fondos europeos de ayuda al desarrollo y su reparto geográfico. En tercer lugar, repasaremos la actividad de España o, más concretamente, de la Agencia Española de Cooperación Internacional para el Desarrollo (AECID) y de la Fundación Internacional y para Iberoamérica de Administración y Políticas Públicas (FIIAPP) como ejecutoras de la ayuda europea mediante las operaciones conocidas como de cooperación delegada. La última sección concluye y reflexiona sobre las implicaciones de estos datos.
La ayuda europea, esa cosa extraña
La UE es el mayor donante del mundo, responsable del desembolso de más del 50% de la ayuda oficial al desarrollo (AOD) global, según datos de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico (OCDE). Este esfuerzo es el resultado de la co-existencia de los programas bilaterales y multilaterales (no comunitarios) de los 28 Estados miembros –quizá pronto 27– y de una política europea de cooperación al desarrollo propiamente dicha.
En ese sentido, estaríamos hablando de una política semi-comunitarizada. Una parte de la AOD que se atribuye la UE consiste en las ayudas de los Estados miembros decididas y gestionadas en el nivel nacional aunque sobre la base de un cierto consenso entre Estados miembros y, a veces, bajo marcos de programación conjunta. Otra parte consiste en fondos gestionados por la Comisión Europea, el Fondo Europeo de Desarrollo (FED) y diversos instrumentos y programas con cargo al Presupuesto de la UE, que se nutren de las contribuciones obligatorias de los Estados miembros calculadas según parámetros que se revisan cada siete años y que dependen fundamentalmente del PIB de cada Estado.