Relaciones Internacionales – Comunicación Internacional

España e Italia, comparadas

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Con el título Disparates, el 14 de marzo de 2013 Enric González, en una de sus primeras columnas en EL MUNDO desde su fichaje, analizaba las profundas diferencias que existen, a pesar de los pesares, entre Italia y España.

A raíz de la crisis política que vivía en ese momento Italia, pendiente de la formación de nuevo Gobierno, el ex corresponsal en Roma y en tantos otros sitios, lugares que ha radiografiado con brillantez en su serie de Historias…., dejaba claras las escsas razones que tenemos los españoles para elevar la voz a la hora de juzgar a los italianos.

Disparates

…….Italia nos parece un país disparatado y fraudulento. Tendemos a pensar que los italianos votan a personajes absurdos y que así les va como le va. ¿Comparamos?

Los políticos italianos no han gastado fortunas inconcebibles en la red de trenes de alta velocidad más extensa e infrautilizada de Occidente.No han edificado bibliotecas babilónicas como la de Santiago de Compostela, ni ciudades de las artes, ni autopistas de ocho carriles hacia la nada. En las ciudades italianas no han surgido portentosos rascacielos ni se han celebrado macrofestivales gratuitos cada dos por tres. Y se ha urbanizado sólo un poco más de lo necesario. Italia nunca ha sido el país europeo que más cemento consume, ni siquiera el segundo o el tercero.Los partidos italianos no se han molestado en reinventar la historia, con una sola excepción, la Liga Norte, cuyo declive resulta evidente.

Los italianos han votado y siguen votando a Silvio Berlusconi. Valoran positivamente que sea un magnate. Piensan, con cierta razón, que al menos se pagará los vicios de su propio bolsillo.

Italia, como España, sufre un grave déficit fiscal. La prima de riesgo sobre su deuda es, con alzas y bajas, comparable a la española. Y el endeudamiento público es, desde siempre, monstruoso: ronda el 120% del Producto Interior Bruto.

Pero en cuestión de deuda hay una gran diferencia.En España hay que sumar la deuda pública a la de las empresas y a la de las familias: se ha vivido a crédito de una forma generalizada. En Italia, por el contrario, existe una montaña de ahorro privado. Tomados en su conjunto, los ciudadanos no deben ni un duro. Es más, si quisieran gastar todos sus ahorros en una tarde, podrían dejar prácticamente liquidada la deuda del Estado.

Los españoles, gregarios como somos, nos quejamos de la política, pero votamos al que más regalos promete, aunque los regalos (y lo sabemos) corran de nuestra cuenta. Los italianos, individualistas, procuran guardar su dinero y vivir sensatamente. Quienes hacen el payaso son sus políticos, no ellos. Qué disparate, ¿no?

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