En “The Price of Politics”, que saldrá a la luz la semana próxima, Bob Woodward califica a Obama de “arrogante, distante y mal preparado” en sus relaciones con el Congreso durante su primer mandato.
Convencer a los electores de que no es así y de que, en cualquier caso, Mitt Romney es mucho peor, ha sido el objetivo de la convención demócrata y seguirá siéndolo en las ocho semanas que quedan de campaña.
En Charlotte, esta semana, los demócratas –gracias, sobre todo, a Michelle Obama y a Bill Clinton– recuperaron oxígeno, pero la suerte está en el aire y ningún modelo de cálculo aclara qué ocurrirá el 6 de noviembre.El mejor de la Convención Demócrata 2012
Ningún presidente desde F. D. Roosevelt ha sido reelegido con más del 7’2 % de paro (Reagan en 1984), pero el día E, para la mayor parte de los electores, siempre cuentan mucho más las percepciones (de quién es la culpa, quién lo hará mejor ahora, de quién se puede uno fiar…) que los datos concretos. Por eso Mitt Romney mencionó en Tampa 27 veces el paro y ni una sola vez las guerras o el desastre económico legado por su partido en 2008.
Con su modelo económico “Bread & Peace” –a partir de la renta media disponible por habitante en el mandato anterior y de las bajas en guerras externas no provocadas-, el profesor Douglas Hibbs, jubilado de Gothenburg, anticipa que “Obama obtendrá alrededor de un 47’5 % el 6 de noviembre” y que “tiene sólo una de 10 posibilidades de ser reelegido”.
A partir de la evolución del PIB en el segundo trimestre del año electoral, el apoyo al Presidente a finales de junio y que el presidente se presente a reelección, el politólogo de Emory Alan Abramowitz, con su modelo “Time for Change”, ha acertado en todas las elecciones desde 1988.
Con los datos de este año, a los que ha añadido un cuarto factor –el grado de polarización del electorado-, en julio Abramowitz previó “otra elección muy reñida, probablemente más que en 2008, casi tanto como en 2000”. Ese año, por primera vez desde 1888, el ganador del voto electoral, que es el que cuenta, no coincidió con el del voto popular. Puede volver a suceder. “El 6 de noviembre será otra larga noche”, concluye.
Con la ayuda de los profesores Seth Hill (Yale), John Sides (George Washington University) y Lynn Vavreck (UCLA), Ezra Klein, del Washington Post, ha elaborado un modelo similar al de Abramowitz con tres piezas: el crecimiento económico en los primeros tres trimestres del año electoral, el índice de aprobación del Presidente en junio y si uno de los candidatos se presenta a reelección. Con dicho método el Post acierta en 12 de las 16 últimas elecciones celebradas desde 1948, con un margen de error en la diferencia entre los dos partidos inferior al 3 %.
Parece casi perfecto, pero no es así. “Con el PIB plano y un 45% de aprobación, las posibilidades de ganar de Obama son del 49 %”, explica Klein. “Creciendo tan sólo un 1’5 %, ganaría un 74 %, algo que no puede ser”. Recordemos que el PIB estadounidense está creciendo en 2012 por encima del 2 %.
Ante semejante dilema, Klein y su equipo añadieron datos coyunturales como el color del Presidente, los precios de los combustibles o el Tea Party… En http://wapo.st/election-predictor el modelo está abierto para que el lector practique con factores nuevos (religión, minorías, inmigración, carácter, aborto…) y llegue a sus propias conclusiones.
Los peores cálculos, con este modelo, se produjeron en 2008 (dio a Obama 3’7 puntos más de los que obtuvo), en 1992 (dio ganador a Bush padre confundiendo la situación de la economía, que había comenzado a repuntar, con la percepción de los electores) y en 1972 (predijo un triunfo aún más arrollador de Nixon, supongo que por no considerar que el principal enemigo de Nixon era él mismo).