El 16-17 de febrero de 2013 Kosovo celebró el quinto aniversario de su declaración de independencia de Belgrado, cuyo Gobierno, 15 años después de la intervención de la OTAN que obligó a Milosevic a retirarse, sigue considerándolo territorio rebelde.
¿Hastá cuándo resistirá el régimen serbio? ¿Su negativa a reconocer la independencia de Kosovo es una decisión estratégica o una carta negociadora que Serbia se guarda para asegurarse la integración en la nueva Europa del siglo XXI?
Bajo el título Kosovo’s Independence and Serbia’s Foreign Policy, el lunes, 18 de febrero, STRATFOR publicaba un análisis del analista internacional, periodista y profesor argentino Adriano Bosoni.
Bosoni recordaba las raíces históricas del conflicto, su exacervación a comienzos de los noventa y los bombardeos de la OTAN en 1999. Casi 10 años tardó el Gobierno kosovar instalado en Pristina en proclamarse independiente con ayuda de la Alianza Atlánticay todavía hoy algunos países importantes, -como Rusia, España y Grecia- se niegan a reconocerlo.
Para avanzar en las negociaciones de ingreso, la UE exige a los serbios la normalización de relaciones con su ex provincia del sur y Serbia exige a Kosovo una mejora sustancial de las condiciones en que vive la minoría serbia en el norte de Kosovo.
Más allá de los problemas con Kosovo, la crisis económica y financiera que ha golpeado a la UE desde 2008 y las condiciones internas de Serbia complicarán las negociaciones durante muchos años. Si Turquía sirve de ejemplo -y más de uno pensará que no son comparables por muchas razones-, es probable que las negociaciones se prolonguen durante mucho tiempo.