“El panorama constitucional español es complicado, pero no está roto”, afirmó Miquel Roca en la decimosexta conferencia en memoria de Francisco Fernández Ordóñez, pronunciada el 10 de febrero en el International Institute de Madrid.
“No soy partidario de reformar la Constitución, aunque sé que en esta posición estoy cada vez más solo”, confesó. “Cuando no hay capacidad de acuerdo, la solución no está en cambiar la ley sino en trabajar seriamente para lograr el pacto, el acuerdo”.
“La reforma constitucional no la hemos de descartar, pero esta Constitución tiene una mala salud de hierro, puede leerse todavía y facilitar muchos encuentros”, dijo. “La Constitución representa unos valores que tienen todavía plena vigencia, aunque considero imprescindible un profundo debate. Si se hace desde el diálogo, de acuerdo; si no, imposible, pues correríamos el peligro de terminar de nuevo con un texto impuesto por mayorías a minorías”.
A las numerosas voces que dan por agotado el modelo y proponen recentralizar, federalizar o soberanía, Roca pidió “repensarlo, por complicado que sea”.
“No tengo solución, pero sí la vía para la solución: hablar, dialogar, lo que no quiere decir ponerse de acuerdo, sólo intentar entender y explicarse… porque los acuerdos no los hace el amor sino el sentido común”.
Describió como “un error muy grave” el recurso del estatuto catalán refrendado por los catalanes. “De ahí se ha creado un dinámica muy complicada…, pero lo único que no puede hacerse es dar por inevitable el choque de trenes”, advirtió. “Si lo damos por inevitable, el maquinista debe parar la máquina”.
Desde las lecciones aprendidas reclamó “una cierta contención dialéctica, pues no hay nada que ofenda más que la palabra”, y trabajar firmemente para “crear un clima que rompa las tendencias inevitables”.
Para Roca, que no hizo mención alguna de la Monarquía en su intervención, la clave de que la Constitución del 78 siga vigente 35 años después es que la sociedad española y los representantes que la hicieron “queríamos que saliera bien”.
“No nos salió mal”, añadió. “Con todos los defectos y vicios, se hizo para que durase y ha durado. Se hizo para acabar con el pasado de confrontación cívica y hasta hoy se ha conseguido gracias a una Constitución en la que todos hemos podido sentirnos cómodos a partir del pacto y del consenso, es decir, aceptando renuncias”.
Denunciar cobardía en quienes, como él, siguen considerando válida aquella Constitución es, en su opinión, “una solemne tontería”. Significa que “no han entendido nada”.
Tampoco considera serio rechazar la Constitución del 78 por no haberla votado, especialmente si no se votó porque todavía no se había nacido. “Entiendo que se explique por los cambios tecnológicos, internacionales, sociales, pero no por no haber nacido”, agregó.
De la Constitución dijo que “no es fundamentalmente una letra sino una música que ha inspirado muchas de las mejores transformaciones de España en los últimos 35 años, un cambio espectacular sin punto de comparación en el mundo”. Negar la excelencia del pasado para proyectar el futuro, afirmó, “no tiene ningún sentido”.
Advirtió que se está generando “una gran capacidad de erosión y una capacidad nula de construcción” sin darse cuenta de que una constitución y un régimen de libertades siempre es lo más fácil. “Lo difícil es aprender a convivir en ellas, a respetar al otro, a valorar y a defender el pluralismo”, señaló.
Ante los desafíos del sistema constitucional democrático, declaró que “son problemas con raíces muy profundas” y que “la sociedad tiene una responsabilidad colectiva”.