
EL MUNDO
Pablo Suanzes (Bruselas) 23 Nov 2018 11:36
Gibraltar siempre ha sido un factor clave en las relaciones diplomáticas entre España y Reino Unido. Hace 32 años tuvo un peso importante en la entrada de nuestro país en la UE. El ingreso dependía del voto a favor de Londres y hubo que hacer concesiones. Ahora la situación es la inversa. Con el resultado del referéndum, en junio de 2016, España vio una oportunidad. La cuestión del Peñónya no iba a ser un debate enquistado entre dos Estados Miembros, sino entre un socio y un país que se marcha. Pero esa ocasión histórica se ha desperdiciado.
Desde el primer día quedó claro que era una prioridad. España anotó un tanto diplomático muy importante en marzo de 2017. Cuando Reino Unido activó el Artículo 50 del Tratado de la UE para empezar los trámites de salida remitió una carta al presidente del Consejo Europeo, Donald Tusk. Automáticamente, Tusk remitió a los líderes su primera propuesta de directrices (Guidelines), un esbozo de mandato para que el equipo de Michel Barnier, el hombre de la Comisión Europea, negociadora en nombre de los 27. Y en esas Directrices, que en abril del año pasado aprobó un Consejo Europeo, se recogía una cláusula, la 24, esencial. «Una vez que el Reino Unido haya abandonado la Unión, ningún acuerdo entre la UE y el Reino Unido podrá aplicarse al territorio de Gibraltar sin acuerdo entre el Reino de España y el Reino Unido«.
Las principales cifras de Gibraltar
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