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La semilla del odio

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¿En qué momento se desató el caos e imperó el horror en Oriente Próximo? En La semilla del odio losreporteros Mónica G. Prieto y Javier Espinosa revisan la historia reciente de la región más convulsa delmundo para esclarecer las causas que originaron el conflicto. En la charla los autores estaránacompañados del fotorreportero Gervasio Sánchez y el traductor y activista iraquí Yaroub Ali.

Después de Siria, el país de las almas rotas, Prieto y Espinosa realizan un exhaustivo repaso a una décadade vivencias en Irak, una de las zonas más convulsas del mundo, y reconstruyen, mediante palpitantes yestremecedores reportajes, los pasos que llevaron a toda una región a quedar secuestrada por el EstadoIslámico de Irak, origen del ISIS.

La invasión ilegal de Bagdad en 2003 y el desgobierno posterior levantó a la población de Irak en armas,pero también resucitó el odio sectario que había permanecido enterrado durante la dictadura de SadamHussein. El ascenso al poder de la mayoría chií, reprimida por la minoría suní durante décadas, y laimpunidad de los ocupantes alimentó la aparición de una insurgencia nacionalista que en su lucha contralas fuerzas extranjeras se alió con los yihadistas, más proclives a sembrar el terror con atentados suicidasy secuestros que a combatir los soldados de la alianza liderada por EEUU. El auge de los radicalesliderados por el jordano Abu Musab al Zarqaui terminó así por imponer un califato del terror en ampliasregiones del país, exportando su agenda a todo Oriente Próximo.

En definitiva, este ingente trabajo periodístico nos ayuda a comprender cómo se ha desarrollado lahistoria contemporánea de Irak y las razones por las que surgió ISIS, que ha pasado de ser una amenazalocal a una global.

La semilla del odio. De la invasión de Irak al surgimiento del ISIS | #LaSemillaDelOdio

Mónica G. Prieto y Javier Espinosa: «Los árabes ya no se creen nuestra democracia»

El rencor del mundo árabe hacia occidente viene de largo. En el siglo XX hay hitos que lo avivaron. Como el tratado de Sykes-Picot, que maquinaron en secreto el Reino Unido y Francia para repartirse Oriente Próximo sin contar con la opinión de sus legítimos moradores. O el derrocamiento de Mossadeq en Irán, un líder empeñado en nacionalizar el petróleo en contra de los intereses de las grandes compañías extranjeras. La CIA y el MI6 se encargaron de quitarle de en medio. Pero es la invasión de Irak en 2002 la que ha disparado exponencialmente la rabia. Y la que ha dado origen a ese engendro sanguinario autodenominado Estado Islámico. Mónica G. Prieto y Javier Espinosa documentan minuciosamente cómo se fue envenenando el país en La semilla del odio. De la invasión de Irak al surgimiento del ISIS (Debate), voluminoso reportaje/ensayo de más 500 páginas que da cuenta de su labor en el antiguo feudo de Sadam Hussein. Un trabajo que llega a nuestras librerías justo un año después de la publicación por ambos de Siria, el país de las almas rotas.

«La invasión ilegal de Irak es la gota que colma un vaso que se había ido llenando durante décadas. La potencia ocupante además desatendió todas las necesidades básicas de la población ocupada. Ni garantizó los suministros ni la seguridad. Uno podía desaparecer de la noche a la mañana en una atmósfera de absoluta impunidad», denuncia Prieto en la sede de la editorial Debate en Madrid. «Además, antes de esta invasión no había nada parecido al ISIS. Estaba Al Qaeda que era un fenómeno de alcance mucho más limitado, anclado en Asia central y con muy poca capacidad operativa fuera de sus fronteras. El ISIS, surgido en Faluya en 2004, ha conseguido derribarlas todas, las físicas y las mentales. Y su semilla es la invasión urdida por tres dirigentes occidentales». Ya saben: Bush, Blair y Aznar, que se confabularon en su encuentro de las Azores.

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Mi reseña del libro

Publicado el 1 de septiembre de 2017

Como los mejores libros sobre la guerra de Irak que hemos analizado en El Cultural (La caída de Bagdad, de Jon Lee Anderson, en 2005; Vida imperial en la ciudad esmeralda, de R. Chandrasekaran, en 2008 o Los buenos soldados, de D. Finkel en 2010), el de los corresponsales Mónica G. Prieto (1974) y Javier Espinosa (1964) está facturado en los infiernos.

Digo infiernos, en plural, porque desde la primera página del primer capítulo, fechada en Bagdad entre mayo y septiembre de 2002, cuando se pone en marcha la máquina de las grandes mentiras para justificar la invasión, hasta la última (pág. 503) del epílogo, cada uno de los 31 capítulos incluye escenas, paisajes y testimonios de extrema vesania. Los títulos de muchos capítulos lo reflejan: mártires a su pesar, nación de Alí Babás, la historia en llamas, el horror de la dictadura, incubando a la bestia, Faluya “la Gernika de Irak”, pescadores de cadáveres del Tigris, el país devorado por los demonios, tatuarse para que te puedan identificar si te degüellan o decapitan…

La barbarie se presenta como un interminable río de torturas, coches bomba, secuestros indiscriminados, atentados suicida, violaciones sistemáticas, hospitales, mezquitas, mercados y barrios civiles bombardeados o dinamitados, fosas comunes, limpieza étnica, saqueos, vandalismo, casas y automóviles reventados, y cementerios improvisados para esconder cuerpos y restos humanos cuando resulta demasiado arriesgado acercarse a los cementerios oficiales.

Con el formato de los grandes reportajes, el género que Miguel Ángel Bastenier siempre reconoció como “el ADN del periodismo”, los autores, que han cubierto muchas de las principales guerras de la posguerra desde los años 90 para El Mundo y otros medios españoles, describen, golpe a golpe, la destrucción de Irak entre 2002 y 2012. Pocos han contado mejor la emboscada que costó la vida de siete agentes del CNI español en 2004. (cap. 14, págs. 223-229)

El trabajo, pensado inicialmente como un solo libro -junto con el publicado sobre Siria el año pasado-, recoge la esencia de sus notas y centenares de crónicas y entrevistas realizadas sobre el terreno en desplazamientos de varios meses cada año durante una década.“La idea surge en 2010, cuando las tropas estadounidenses estaban retirándose de un Irak supuestamente estable”, explica García Prieto. “Era un momento en el que el Estado Islámico de Irak, muy anterior al ISIS, había fracasado en su intento de establecer un califato. Nos pareció un final de ciclo por el agotamiento después de tanta violencia y comprendimos el calibre histórico de la invasión de Irak. Lo empezamos a ver entonces y entendemos mucho mejor ahora cómo la guerra cambió por completo a Irak y a toda la región.”

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