Del cosmopolitismo al nacionalismo: ¿Fin de una época en la cooperación al desarrollo?
Instituto Complutense de Estudios Internacionales (ICEI)
La ayuda al desarrollo ha sido una de las políticas públicas que más se recorta. Sin embargo, existe abundante evidencia quemuestra el impacto positivo que tiene la ayuda, tanto en el desarrollo y el crecimiento económico, como en el incremento de losniveles de bienestar y en la defensa de los derechos de las personas beneficiarias. La ayuda española no es ajena a estarealidad, y son numerosas las evidencias que muestran el cambio positivo de los proyectos y programas que ha financiado.
Entre todos ellos, destacan por su impacto, aquellos en los ámbitos de la salud y la educación.España es uno de los países que más ha recortado su ayuda desde 2008, y es en 2016 cuando se observa un cambio detendencia.
Además, se han producido otros pasos positivos como el compromiso con la Agenda 2030 y los avances en temasde gobernabilidad dentro de la misma, o el compromiso de todos los grupos políticos de destinar el 0,4% de la RNB a ayuda en2020. Aun así, descontando una operación excepcional de condonación de deuda, la ayuda española en 2016 fue del 0,17%sobre la RNB, situando a la cooperación española a la cola entre los principales donantes del mundo. Si queremos que la ayudatenga más impacto, necesitamos aumentar los recursos.
www.RealidadAyuda.org (OXFAM)
Durante tres décadas, la cooperación internacional para el desarrollo ha sido partedel orden internacional liberal: un proyecto de expansión universal de la democraciay la economía de mercado como meta última de la modernidad. Para FrancisFukuyama ello representaba “el fin de la historia” según las teleologías de progresode la Ilustración. El universalismo cosmopolita de ese proyecto ha tenido sinembargo dos grandes versiones.
Por un lado, una cooperación “de mínimos”impulsada por las elites transnacionales reunidas en el Foro Económico Mundial deDavos, para las que la globalización representaría el nuevo horizonte de progreso,y el mercado global el medio para regular el planeta, y una promesa de inclusiónsocial para toda la humanidad. Por otro lado, la agenda más exigente de lascoaliciones sociales transnacionales reunidas en Porto Alegre: un cosmopolitismoorientado a globalizar derechos mediante un nuevo multilateralismo “desde abajo”,y una exigencia de gobernanza mundial para el desarrollo humano y el cuidado dela biosfera, crítica con la globalización.
Esa agenda reafirmó los propósitos deemancipación humana del proyecto ilustrado, pero también era crítica con laslógicas de subordinación, exclusión y depredación de la naturaleza emprendidas ennombre de la idea de progreso.Más allá del proceso político que les dio forma, las metas globales de desarrollopueden interpretarse como un compromiso entre esas dos formas decosmopolitismo: ello explicaría el limitado alcance de los Objetivos del Milenio respecto a la más transformadora Agenda 2030, o sus contradicciones entre suspremisas y metas de crecimiento económico, las exigencias de la sostenibilidadambiental, y su escaso alcance en cuanto a los medios institucionales para la accióncolectiva internacional.
Por ello, puede verse como expresión de un “cosmopolitismoliberal”, transitorio y contingente, que limita su capacidad para que las metasglobales de desarrollo, y en particular la Agenda 2030 se configuren como unanueva narrativa de progreso humano universal.Más allá de esos límites y contradicciones, el problema para la agenda global dedesarrollo es que el mundo que le dio origen y al que es funcional se está…