
Jordi Marsal
En un artículo publicado el 11 de marzo de 2013 en el blog infodefensa.com sobre información, defensa y seguridad, el adjunto civil al director del CESEDEN y durante muchos años portavoz de defensa del PSOE en el Congreso de los Diputados Jordi Marsal lamentaba las escasas, por no decir nulas, referencias a la seguridad y defensa de España en el reciente debate sobre el estado de la nación.
«No fue una novedad, pero no deja de reflejar una cierta decepción, perplejidad y procupación», escribía. A renglón seguido enumeraba algunas de las cuestiones que merecerían ser debatidas y resueltas positivamente cuanto antes por el bien de todos.
Cuestiones las hay. La situación límite de los presupuestos, su incidencia en la Base Tecnológica e Industrial para la Defensa y sus posibles consecuencias para todo el tejido industrial español, la preocupante situación en el SAHEL, la titubeante evolución de las iniciativas “Smart Defence” de la OTAN y “Pooling and Sharing” de la UE, etc. Nada de ello apareció en el debate.
Si una de las funciones principales de un estado, sino la principal, es dar seguridad a sus ciudadanos, es lógico hablar de las situaciones de inseguridad o seguridad y de las percepciones que los ciudadanos tienen de ello. Y ciertamente en este momento son muchas las inseguridades directas y más perceptibles para el ciudadano (el puesto de trabajo, los sueldos, la vivienda, la sanidad, la enseñanza, etc.). Sin embargo los temas más duros de la seguridad, la seguridad ciudadana y la defensa, no aparecen en estos debates parlamentarios anuales, aunque aquellos puedan estar incluso condicionados por estos. La inseguridad en el SAHEL puede incidir sobre la producción y el transporte de los recursos energéticos que recibimos del Norte de África, y con ello en el precio que pagamos por los carburantes o incluso puede incidir en dificultades abastecimiento para las empresas con repercusiones sobre el propio empleo.
¿ A qué se debe este escasísimo interés de la clase política española por la seguridad y la defensa? Marsal, en su reflexión, volvía a factores como la percepción de las amenazas y de los riesgos por generaciones de españoles, producto de la historia, prioridades más urgenes como las derivadas de la crisis económica, la baja rentabilidad de estas cuestiones cuando no se siente un peligro inminente y grave,… A pesar de todo, el ex diputado socialista ve algunos motivos para la esperanza.
Sin embargo algo positivo e importante se produjo: la reiterada invocación al consenso en estas cuestiones que tradicionalmente se califican de “cuestiones de estado”. Y lo son por diversos motivos: pueden afectar a la propia existencia de la nación, a los intereses básicos y a la prosperidad de los ciudadanos; la importancia, para la credibilidad internacional y todas las consecuencias que ello conlleva, de la previsibilidad de las posiciones internacionales del país; los largos ciclos para la obtención de capacidades que se extienden a lo largo de varias legislaturas; la confianza que da a los profesionales de la milicia y en general a toda la comunidad de defensa el saber del acuerdo y continuidad garantizadas por el consenso básico entre las principales fuerzas políticas con opción a gobernar; la necesidad de planificar a medio y largo plazo que tiene para la tecnología, la producción y el empleo, normalmente de alto nivel, del sector industrial de la defensa con sus consecuencias para el conjunto de la tecnología y del tejido industrial del país; etc.
Siempre dispuesto a buscar soluciones y no quedarse en la crítica destructiva, Marsal recuperaba la necesidad de redoblar esfuerzos para recuperar un consenso entre las principales fuerzas políticas. Sólo así, cree posible impulsar «una auténtica transformación de nuestro sistema de defensa y de nuestras Fuerzas Armadas», responder con eficacia a las nuevas amenazas y completar la modernización necesaria de la gestión y de la planificación a pesar de los recortes. Sus ideas para el consenso se resumen en los siguientes puntos:
-el papel que como actor en el escenario internacional queremos, podemos y debemos jugar;
-el nivel de ambición operacional que debemos definir para cumplir dignamente este papel;
-definir las áreas geográficas y las cuestiones que más afectan a nuestros intereses estratégicos para priorizar nuestros compromisos e intervenciones en el exterior;
-el modelo de Fuerzas Armadas posible más adecuado para conseguir lo anterior (dimensión, organización y funcionamiento);
-las capacidades mínimas para garantizar el cumplimiento eficaz de las misiones que hemos asignado a nuestras Fuerzas Armadas y el nivel de riesgo que asumimos por el diferencial entre lo deseable y lo posible;
-el respeto a un sistema de planeamiento suficientemente ágil y flexible para garantizar la respuesta a los cambiantes escenarios;
-un marco mínimamente estable y previsible a medio y largo plazo para los recursos presupuestarios disponibles y con un sistema de gestión presupuestaria que acerque presupuesto inicial y gasto real;
-la definición e implementación de una política tecnológica, industrial y comercial para la defensa y la seguridad, que permita al sector un planificación y programación realista.
En este ámbito es necesaria también la implicación responsable de las empresas, de sus asociaciones y de los sindicatos para una reestructuración del sector que permita su sostenibilidad y desarrollo futuro.