Publicada 08/03/2018 a las 06:00Actualizada 07/03/2018 a las 20:23
El 8 de marzo, el día en que todo el mundo se vuelca en mostrar, bajo el pomposo nombre de Día de la Mujer, como si los demás días no lo fueran, la discriminación que sufre la mujer por razón de su sexo, es un momento tan bueno como cualquier otro para analizar el papel que la mujer tiene en nuestras Fuerzas Armadas.
El camino legislativo de la incorporación de la mujer a las FAS ha sido largo y tortuoso. Tuvieron que pasar diez años desde la aprobación de la Constitución para que en 1988 se regulara la incorporación parcial de la mujer a las FAS. Su presencia sólo se permitía en los cuerpos y escalas «técnicos» de cada ejército, los que más tarde se unificarían como Cuerpos Comunes, pero no en las Armas del Ejército de Tierra ni en los Cuerpos Generales o de Especialistas de la Armada o el Ejército del Aire. El siguiente paso se daría en 1992, fecha en que se permitió el acceso de la mujer a todos los destinos salvo los de tipo táctico u operativo en la Legión, operaciones especiales, paracaidistas y cazadores paracaidistas.