@JASanahuja«Latinobarómetro 2021 y el «momento de la verdad» para la democracia». Nueva entrada en blog de @Red_Carolina Iberoamérica global, De Francisco Javier Verdes-Montenegro
Por un lado, el Latinobarómetro corrobora tendencias ya identificadas respecto a la democracia en América Latina. Como se señala en el propio informe, “la crítica de los ciudadanos a la democracia es una demanda de democracia”. Por lo tanto, el debate está en cómo esta funciona en cada país, sin que ello ponga en duda mayoritariamente a la democracia como régimen político. En ese sentido, se observa que se detiene la caída en el apoyo a la democracia que venía apreciándose en la última década, hasta alcanzarse en la edición anterior, en 2018, los registros más bajos en el último lustro. La democracia, en ese periodo, no parece pagar la factura de la pandemia. Asimismo, esta última no ha producido cambios abruptos en el posicionamiento de los países respecto al respaldo a la democracia, aunque se siguen apreciando niveles de apoyo más moderados que los alcanzados durante la década de los noventa, lo que no deja de interpretarse como una cierta desafección e indiferencia.
Precisamente, la indiferencia es una expresión sustantiva de la decepción por el mal funcionamiento de la democracia, y esta tendencia sí está en aumento, al incrementarse en 11 puntos durante la última década (de 16% en 2010 a 27% en 2020). Lejos del temor a los gobiernos militarizados, o el apoyo al autoritarismo, el principal riesgo para las democracias latinoamericanas parece radicar en esa creciente indiferencia, junto con la captura del Estado por parte de élites y el auge de un “autoritarismo difuso”.
Merece especial atención el “autoritarismo difuso”, que se observa en el creciente apoyo a un gobierno no democrático si este “resuelve los problemas”. No solo ha aumentado en tres puntos desde el último registro de 2018, sino que viene en aumento desde el 44% que se registraba en 2002 y el 51% de este último informe. Este es especialmente pronunciado en países centroamericanos —El Salvador (63%), Honduras (62%) y Guatemala (57%)— y en República Dominicana (con 66%). Especial mención merece el caso salvadoreño, con unas cifras de apoyo a su presidente, Nayib Bukele que, aunque ya no sorprenden, no dejan de ser un reto para afrontar desde un prisma democrático, debido a la constante erosión de pilares básicos como la separación de poderes o el respeto a la libertad de prensa. A este respecto, no deja de ser elocuente la cifra de apoyo al control de los medios de comunicación: la media regional, que está en ascenso, se sitúa en un 34%, y en el caso de El Salvador prácticamente se duplica con un 66% de los salvadoreños a favor.
En paralelo, y como una tendencia que ya viene advirtiéndose desde hace años en este informe, la ciudadanía de los países latinoamericanos expresa un rechazo las “democracias capturadas”. Dicho de otra forma, al proceder de unas élites políticas y económicas minoritarias que defienden sus intereses desde el gobierno en detrimento de las mayorías sociales de la región. Elocuente es, sin duda, que desde 2009 haya aumentado en 19 puntos la percepción de que “se gobierna para los intereses de unos pocos”, con una media regional de 73% según recoge este último informe. Los países donde hay una menor percepción de que se gobierna para una mayoría son Paraguay (5%), Chile (8%) y Costa Rica (9%). Esta se acompaña con una percepción ampliamente extendida que no hay justicia en la distribución de ingresos (78%). En esta línea, por primera vez el Latinobarómetro midió la percepción de equidad en el acceso a la salud, la educación y la justicia, apreciándose altos grados de injusticia, por el siguiente orden, justicia (77%), salud (64%) y educación (58%). Aquí el caso chileno es uno de lo más llamativos, con unos niveles que se sitúan en torno al 90% en cada uno de estos ámbitos.
Lejos de lecturas en las que se culpabiliza a la ciudadanía de “votar mal”, o el recurso a conceptos difusos o “atrápalo todo”, como el de populismo, en trabajos recientes se ha tratado de complejizar el fenómeno de “malestar en la democracia” y exponer distintas interpretaciones que lo explican. Entre ellas, el informe del Latinobarómetro concuerda con una crítica de Yanina Welp a planteamientos como los de Levitsky y Ziblatt en Cómo mueren las democracias (2018): al centrar la agenda de debate en el populismo, automáticamente asociado con el autoritarismo, se obvia la crítica profunda del rol de las élites, incluyendo las intelectuales, en el funcionamiento efectivo de la democracia. Es decir, la incapacidad de las élites para incluir las demandas de las sociedades y demostrar que la política puede mejorar su día a día.